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Objetos a

El alma, el color de vacío, la nada y el silencio escandieron el trabajo del cartel, uno por uno, para abordar el lazo del pequeño objeto a con La/ mujer no existe. 

La anorexia, la verdadera mujer –Medea–, la Bella Carnicera, la diferencia entre lo propiamente materno y el goce femenino, las mujeres –en plural– que hablan mucho, pero que también callan, lo femenino y el Almor, estuvieron en nuestro trabajo. 

Me queda como saldo de saber, que el color de vacío del objeto a, da cuenta de que el falo no puede colorear todo el campo del goce. Un goce que es insípido e incoloro y resistente a los sentidos. Me llevo como enseñanza que “cada ser sexuado se autoriza de sí mismo”,[1] ante la disyuntiva de hacer del cuerpo una máquina a reparar o aceptar lo irreductible del goce. Al igual que el analista que no existe y se autoriza de sí mismo, el ser sexuado tomará su decisión singular. Para ello vale interrogar un goce, que como nos alerta J. Lacan, habrá que “hacer chillar”[2] en cada cura para salir de la aphlicción[3] (con PH de Phalo lo escribe Lacan) y que cada sujeto encuentre su respuesta singular al lazo del ser sexuado con su cuerpo. 


[1] Lacan, J., Seminario 21, “Los no-incautos yerran”, clase 9 de abril de 1974, inédito.

[2] Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1972, p. 135.

[3] Lacan, J., Seminario 22, “RSI”, inédito.