La afirmación de Jacques Lacan en “Televisión” de que La mujer no ex-siste,[1] que se escribe con un guion entre “ex” y “siste”, y cuya escritura obedece a la lógica de la existencia, también se grafica en el matema del La tachada de las fórmulas de la sexuación.
Así lo plantea Lacan en El seminario 20 a partir de la lógica del no-todo cuando propone que: “La mujer solo puede escribirse tachando La. No hay La mujer, articulo definido para designar el universal. No hay La mujer puesto que –ya antes me permití el término, por qué tener reparos ahora– por esencia ella no toda es”.[2]
Considerando la lógica de la ex-sistencia Jacques-Alain Miller en el curso El lugar y el lazo propone pensar la ex-sistencia como una “categoría de la última enseñanza de Lacan”[3] para ello utiliza un símbolo de Fregue: |–.
Este símbolo “en su forma imaginaria es elocuente a su manera: en su barra vertical toma en cuenta lo que se ha anulado, y con su seudópodo horizontal indica el resto que emerge de eso”,[4] articula dos términos, por ejemplo:
Suposición |– Ex-sistencia
Discurso |– Inconsciente
(Ⱥ) |– S
Semblante |– Real
Como se ve, si bien se trata de una articulación lógica a la que recurre Miller para situar especialmente lo real como ex-sistente, en el sentido de que un término ex-siste al otro se desprende del otro, es importante señalar que el símbolo: |– implica que hay una relación entre los dos términos de la fórmula, sin embargo, se ve que también hay cierta desarticulación ya que un término se desprende del primero.
Si el La de La mujer esta tachado, y ese La tachado tiene relación con el S(Ⱥ), es decir el significante del Otro tachado, la afirmación de que La mujer no ex-siste es precisa en el sentido que no se desprende como existencia precisamente del S(Ⱥ).
¿Qué es ser una mujer?, o ¿qué quiere la mujer? Es una pregunta generada precisamente porque La mujer no ex-siste.
El goce de La mujer que no ex-siste es un goce del que la mujer nada sabe “no es posible decir si la mujer puede decir algo de él: si puede decir lo que de él sabe”.[5]
¿Qué ocurre en la psicosis respecto del significante de La mujer?
En la psicosis el La de La mujer es sin tachar por lo que La mujer ex-siste, es decir se desprende su existencia a partir de la forclusión del Nombre del padre.
Forclusión |– La mujer ex-siste
El “empuje-a-la-mujer”[6] que se verifica en muchos casos implica el trabajo del sujeto psicótico en hacer ex-sistir Lamujer en el lugar del vacío de la forclusión.
Por ejemplo, Lacan denomina la pulsión digamos femenina o pasivizante[7] que no ha sido simbolizada o rechazada en el caso Schreber, aparece tempranamente en esa idea de duermevela de ser La mujer en el momento del acoplamiento.
Es decir, su empuje a ser La mujer que luego se transforma en ser La mujer de Dios para procrear una nueva raza de hombres ya se sitúa en la idea hipnopómpica inicial.
El empuje a La mujer que ex-siste, como efecto de la forclusión del Nombre del padre desencadena los fenómenos de empuje a un goce de un imperativo absoluto, del cual Schreber da su testimonio objetivado pleno de certeza donde ser Lamujer no implica un enigma una pregunta sino una repuesta, es decir, un saber sobre la voluptuosidad de goce.
[1] Lacan, J., (1973) “Televisión”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 563.
[2] Lacan, J., (1972-1973) El seminario, libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 1981, p. 89.
[3] Miller, J.-A., (2000-2001) El lugar y el lazo, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 328.
[4] Ibíd., p. 330.
[5] Lacan, J., (1972-1973) El seminario, libro 20, Aún, óp., cit., p. 107.
[6] Lacan, J., (1972) “El atolondradicho”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 490.
[7] Lacan, J., (1955-1956) El seminario, libro 3, Las psicosis, Buenos Aires, Paidós, 1984, p. 126.