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Formas femeninas del deseo

¿Cómo es que las mujeres no se agotan en los encargos, antiguos o nuevos, que cada día les vociferan qué han de hacer, qué han de ser? Después de responder a todas esas expectativas, propias y ajenas, ¿les quedan ganas para desear, para hacerse deseables, incluso deseadas? Es un enigma.

Con Lacan los enigmas se elevan a la formalización lógica y así, establecido el desarrollo y formulado el matema, se pueden recoger los restos de la operación para impulsar un nuevo ciclo. “Forma femenina del deseo” es pues un paso más para extraer el deseo femenino del enigma, aunque al precio de obtener un nuevo enigma, esta vez lacaniano. 

En el psicoanálisis el deseo femenino se ilumina con los mismos adjetivos que lo confinan: fantasmático, difamado (presto a ser), erotómano, des(a)nudado… Adjetivos que acompañan a cada analizante en la experiencia de conquistar su punto más singular. Llevado a sus últimas consecuencias, este singular empuja al análisis hacia su final, pero allí ya no se trata de mujeres, ni de adjetivos, ni de matemas, sino del agujero sin Otro que cada cual bordea para ex-sistir. Entonces, en esa ex-sistencia, ¿hay todavía deseo? Este punto de pase no deja de confrontarnos.